Igualmente, las organizaciones basaron su sistema de toma de decisiones en este modelo de racionalidad instrumental, guiado por criterios puramente económicos, y sustentado en valores como la productividad, la rentabilidad, la eficiencia, el consumo o la competitividad, sin ponderar las consecuencias que tales decisiones podían tener sobre los individuos, los grupos y la sociedad en general. En definitiva, se produjo una adscripción "acrítica" al discurso imperante en la sociedad acerca de su razón de ser y de su forma de funcionamiento. Debido a esta convergencia entre los valores de la sociedad y de las propias organizaciones, éstas empezaron a concebirse como sistemas diseñados racionalmente para la consecución eficaz de sus objetivos, percibiéndose a los trabajadores como actores pasivos y apolíticos (March y Simon, 1977), y como una simple pieza más de las que las organizaciones disponen para alcanzar sus metas económicas. Además, los trabajadores empezaron a ser social...
En la sociedad actual , la educación debe contribuir a formar personas que puedan convivir en un clima de respeto, tolerancia, participación y libertad y que sean capaces de construir una concepción de la realidad que integre a la vez el conocimiento y la valoración ética y moral de la misma. Esta concepción cívica y humanista de la educación es la que propugna la Constitución española y ha sido desarrollada por las leyes educativas. Cuando tanto se habla de la mejora de la calidad de la educación, debe necesariamente insistirse en que tal educación ha de ser capaz de ayudar a todos los alumnos, sin restricciones ni discriminaciones de ningún tipo, a aprender y desarrollarse, a formarse como personas y como ciudadanos, a construir y realizar su propio proyecto de vida en el marco de una sociedad democrática. Sin embargo, no se puede olvidar que los niños y los jóvenes no se educan solamente en la escuela. El papel de la sociedad y de la familia es fundamental para consegui...